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La situación económica en Venezuela ha sido muy difícil debido a una combinación de factores, como la caída de los precios del petróleo –principal producto de exportación del país–, mala gestión de los ingresos del estado y la corrupción.
La inflación en Venezuela se ha disparado a números sorprendentes, alcanzando una tasa anual del 3.000% en el año 2020. Esto ha generado una disminución drástica del poder adquisitivo en la población, dejando a muchas familias en una situación de pobreza.
El salario mínimo se ha erosionado y la falta de acceso a los bienes básicos, como alimentos y medicinas, es común.
Sin embargo, en estos últimos años, hemos presenciado un repunte positivo de los indicadores económicos del país.
¿Es real? ¿A qué se debe la mejora y los comentarios positivos, incluso de opositores al gobierno, sobre la situación económica de Venezuela?
En esta publicación analizamos cómo está la economía en Venezuela para determinar si realmente ha mejorado o sigue igual de estancada.
Cómo es la crisis económica en Venezuela
Para entender el contexto de Venezuela, hay que volver algunos años al pasado, cuando la debacle y la crisis estaba en sus peores momentos.
Venezuela ha estado experimentando una profunda crisis económica y depresión durante varios años, marcada por la hiperinflación, la escasez de alimentos y medicinas, el desempleo y la emigración masiva de su población.
Esta situación ha sido exacerbada por factores como la caída de los precios petroleros, las restricciones de control de cambio de la moneda, mala gestión económica, expropiaciones y corrupción.
En términos de cifras, la economía del país se ha contraído en más de 60% desde el 2013.
Y, como parte de esta crisis económica, ha habido una estrepitosa caída del poder adquisitivo en los hogares.
¿Cuál es la situación de la economía en Venezuela?
La situación actual de Venezuela se traduce en diversas realidades. Todavía hay inflación, pero otros aspectos han mejorado.
Por ejemplo, el gobierno de Nicolás Maduro eliminó las restricciones cambiarias, liberando al dólar y otras divisas extranjeras, donde los ciudadanos encontraron refugio para proteger sus ingresos y salarios.
Los anaqueles se llenaron de productos extranjeros, lo que solucionó el desabastecimiento y ayudó la falta de producción nacional.
La producción petrolera aumentó por encima de los tres millones de barriles diarios, algo que no se veía desde el año 1998, cuando expresidente Hugo Chávez llegó al poder. A eso le sumamos que, por motivos geopolíticos, los precios del crudo subieron, dejando un balance positivo en las arcas venezolanas por exportación extranjera.
También volvieron los eventos sociales. En los dos últimos años se ha producido un retorno de los artistas internaciones y artistas nacionales residenciados en el extranjero. Señal de que el poder adquisitivo de una parte de la población es suficiente como para permitirse asistir a un concierto de cantantes de la talla de Olga Tañón, Christian Castro o Anuel.
¿Venezuela mejoró?
La situación de Venezuela es más compleja de lo que parece.
Por un lado, el Fondo Monetario Internacional estimó un crecimiento de la economía venezolana de 1.5% para el 2023. Otras instituciones, como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), son más positivos y dijeron que este crecimiento sería del 5%.
Otros factores que podrían explicar el auge económico en Venezuela incluyen el aumento en los precios del petróleo, mejores condiciones para el acceso a los créditos bancarios y el aumento de remesas que llegan al país de los casi 6 millones de venezolanos que migraron al extranjero.
El dólar también juega un papel clave, debido a que es la divisa en la que los venezolanos se refugian. Es normal que, cada día, estos pregunten el precio del dólar en Venezuela, para tomarlo como referencia en sus operaciones de intercambio en plataformas como Sendity, o pagar por productos básicos como alimentos, medicinas y equipos tecnológicos, los cuales están al alcance de una parte de la población.
No obstante, sigue siendo eso: una parte de la población. Algunos, con trabajos remunerados en divisas, pueden permitirse satisfacer sus necesidades de adquisición, pero para otra parte de la ciudadanía, que es la mayoría, sigue la tendencia de debacle porque no tienen acceso a salarios estables dolarizados, no reciben remesas de familiares o conocidos en el extranjero o son víctimas de una devaluación brutal de la moneda por las medidas tomadas por el gobierno, como imprimir billetes sin respaldo.